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El amargo legado de Wuhan cinco años después del confinamiento que aisló a China del mundo

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Los residentes de Wuhan recuerdan con amargura el confinamiento de más de dos meses al que fueron sometidos hace ahora cinco años, durante los primeros compases de la pandemia del Covid, a la que China hizo frente con una férrea política que la aisló durante tres años y lastró su economía.

“Volví a Wuhan desde Pekín el 15 de enero de 2020 para celebrar el Año Nuevo lunar. Entonces solo había rumores de que se estaba extendiendo una enfermedad respiratoria. Días después, me llamó un amigo a las 7 de la mañana para decirme que iban a confinar la ciudad y que comprase provisiones”, rememora a EFE Liu Xuan, diseñadora y oriunda de esta ciudad central en la que surgió la enfermedad.

Hacer frente al estigma tampoco fue fácil: “Antes de la pandemia, cuando viajaba al extranjero y me preguntaban de dónde era, nadie sabía dónde estaba Wuhan. ¿Está cerca de Shanghái? ¿De Pekín? Ahora, cuando salgo y digo que soy de aquí, la gente se queda como petrificada”, relata.

“Hay gente que ya no quiere hablar, pero debemos recordarlo. Pasó, mucha gente murió, algunos en casa durante el confinamiento, y quienes perdieran a sus familiares estarán muy tristes estos días”, señala al hablar del encierro impuesto hace hoy cinco años.

Lo peor, asegura, ocurrió cuando empezaron a contraerlo parientes, amigos o compañeros de trabajo, sin saber realmente qué pasaba: “Tampoco había forma de saber si estabas contagiado. No había camas en los hospitales. Solo podíamos quedarnos en casa y rezar para no estarlo”.

El llamado “misterioso brote de neumonía” se propagaba con velocidad y muchos se protegían entre ellos para evitar que se supiese quién estaba contagiado.

Los wuhaneses tampoco olvidan las deficiencias en el suministro de alimentos: “Las familias siempre tienen un poco de todo en la despensa, pero tras varias semanas, los aprovisionamientos empezaban a escasear. En uno de los permisos que daban para ir a comprar, me encontré las estanterías de los supermercados prácticamente vacías”, recuerda Liu.

Al echar la vista atrás, también alude al sacrificio que realizó el personal sanitario, los militares o los voluntarios que llegaron de otras partes de China para detener el entonces imparable avance del coronavirus.

“La situación se salvó porque se movilizaron recursos. Se construyeron hospitales exprés, llegaron médicos, enfermeros, medicinas, alimentos… Pero hay que reflexionar qué se podría hacer mejor”, zanja.

Una nueva Wuhan

Zhang Jun, barista de una cafetería céntrica, no olvida las estampas de Wuhan completamente vacía, fantasmagórica: “Ha pasado mucho tiempo. Se siente muy lejano, como si hubiera ocurrido en un mundo paralelo”.

“No, nunca supimos cuánta gente falleció», comenta. Oficialmente, murieron 3.689 personas en esos primeros compases, cifra cuestionada ante la falta de transparencia, cambios metodológicos, testimonios locales y lo bajo del número en comparación con la mortalidad registrada en otros lugares.

La vida ya volvió a la normalidad en Wuhan, hogar de más de 11 millones de personas. Estos días se prepara la inminente llegada del Año Nuevo lunar, y sus avenidas lucen adornos para acoger a cientos de turistas.

«¡Wuhan es más popular ahora que nunca!”, exclama Zhang orgulloso.

Algunos compran globos con corazoncitos impresos con el nombre de la ciudad, otros visten como personajes de cómic, hay quien pide en los templos buenos augurios en el año de la serpiente y las familias pasean frente al lago que separa los distritos de Hanyang, Hankou y Wuchang.

“La pandemia es cosa del pasado. Hay que mirar hacia adelante”, zanja el barista mientras atiende a sus clientes.

Condenados por informar

El brote de Wuhan marcó la pauta para la posterior política china de covid cero (2020-2022), basada en encierros selectivos, test masivos y cierre parcial de fronteras. Pekín, además, apeló al patriotismo relacionando los brotes con alimentos congelados importados y defendiendo que su estrategia salvaba vidas en contraste con el “caos” de Occidente.

En Wuhan, algunos asienten cuando se les recuerda al oftalmólogo Li Wenliang, reprendido por advertir sobre la enfermedad en sus principios, o a la periodista ciudadana Zhang Zhan, encarcelada cuatro años por reportar las detenciones de reporteros independientes en Wuhan y el acoso a familiares de víctimas del coronavirus en los primeros días de la covid.

Detenida de nuevo en septiembre pasado porque “se negó a ser silenciada”, hoy se desconocen su paradero o de qué se le acusa, apunta a EFE Sarah Brooks, portavoz de Amnistía Internacional.

También fue recientemente condenado a tres años y medio el cineasta Chen Pinlin por un documental sobre las protestas de finales de 2022 que pidieron el final de la política de covid cero.

“Ese año fue duro. No en Wuhan, pero sí con el confinamiento en Shanghái, o en Pekín, donde ni sabías si podías salir a la calle o no. En 2020, la gente quería volver a la normalidad. En 2022, la pandemia se hacía interminable”, acota Liu.

Pekín reaccionó con detenciones y despliegue policial para evitar proclamas contra las autoridades, incluyendo al presidente Xi Jinping, después de tres años de férrea política que daba síntomas de agotamiento entre la población.

Y aunque fue eliminada, la covid cero golpeó la economía, con una galopante crisis inmobiliaria y un desplome de confianza de los consumidores y del sector privado que Pekín trata ahora de solventar apelando al crecimiento de “alta calidad”.

Fuente: EFE.

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