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Notas

“Bájele de huevos, güerita», me decían los guachos; historia de una traficante

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saltodelguairaaldia.com Portal de Noticias de Salto del Guairá

Este fragmento habla de la historia de una mujer aprendió a cocinar drogas sintéticas. Comenzó a trabajar desde los 14 años. “Mira, güerita, te voy a dar chanza de que me digas cuánto tienes porque me acaban de pagar tanto por llevarte al aeropuerto a que te peguen tus madrazos”

guerita

En Mexicali hay un bar de ficheras al que voy cuando no quiero socializar con los tarados que llenan los lugares de moda. Me gusta porque no tengo que fingir que me interesan las personas, nadie me mira y yo no tengo que mirarlos. Mi idea del paraíso. Conocí a Vanessa (como nos referiremos a esta chica para proteger su identidad) en el baño, mientras trataba de subir mis bragas sin llenarme los zapatos de orina ajena, sin soltar mi grapa de coca y sin apagar mi cigarrillo, provocando un pequeño caos que incluía conato de incendio. Vanessa me ayudó a pisar la mini hoguera de papel sanitario usado y cuando dejamos de reírnos, con una generosidad conmovedora, me ofreció una fumada de su foco. Vanessa es bailarina y es dealer(Te consigue Drogas). Cocina ice y crack, y hace las bongas artesanales más lindas. Es una chica con múltiples talentos.

Aunque parece sencillo, preparar un foco para fumar en él es todo un arte.

Por si las dudas, haremos un pequeño paréntesis informativo. La metanfetamina es una droga sintética también conocida como ice, hielo, cristal, crico, cristo, met y —en muy raras ocasiones— speed; se compra por “globitos”. Normalmente cada globo contiene entre 125 o 250 miligramos de la droga. Puede fumarse o inhalarse. Y puede ser de color blanco, amarillo o café. Aunque en la serie Breaking Bad hacen ice de color azul turquesa. Hermoso. Según la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, (DEA, por sus siglas en inglés) México ha desplazado a los asiáticos en la producción y distribución de esta droga. Según la revista Proceso, el cártel de Sinaloa parece haber tomado la batuta en la distribución de precursores químicos (pseudoefedrina o metilamina) que llegan hasta laboratorios en EU, y también parece haber tomado el control de la producción dentro del país. Sin embargo, se han confiscado toneladas de ice y laboratorios clandestinos en estados como Michoacán, Guanajuato, Jalisco y el Estado de México.

Por su parte, el crack (también llamado piedra o base), es resultado de la mezcla de base de coca (la rebaba que queda luego de que preparan cocaína, y se conforma de alcaloides de la planta sin procesar) y bicarbonato de sodio. Esto se fuma en foco, en una lata de cerveza y hasta en botecitos de Yakult. A comparación de otras drogas, ésta tiene un estigma social muy fuerte y es más barata. Su efecto es intenso pero mucho más breve que el del ice.

Normalmente son los cárteles quienes tienen el poder de construir laboratorios profesionales para sintetizar drogas. En EU es muy frecuente que narcomenudistas operen pequeños laboratorios clandestinos bajo su propio riesgo, pero en México casi todo el negocio está controlado por los cárteles. La producción de metanfetamina debe hacerse en un lugar completamente cerrado (si entra algo de aire del exterior, explota) y la exposición a los químicos precursores tiene efectos en el cocinero: desde un sarpullido en la piel hasta quemaduras o intoxicación. Debido a esto, la historia de Vanessa es tan singular. Así que, mientras tú siembras tus plantitas de mota hidropónica en esa aburrición de lo que llamas vida, decidí ir a entrevistar a Vanessa para que nos cuente un poco de sus actividades laborales.

Para Vanessa lo más difícil es saber en qué cliente confiar.

Entrevistadora: ¿Cómo aprendiste a cocinar?

Vanessa: Me quedé encerrada en una cocina, en San Luis Río Colorado, y cerrando puertas ya nadie puede entrar ni salir. Ahí aprendí a mezclar los ingredientes y los químicos para hacer ice y crack. Tengo mi propia receta. Cuando se tardan los cargamentos de los que me surten, cocino lo mío. También sé hacer sustituto de coca. Nadie nota la diferencia.

¿Desde cuándo estás en el negocio de las drogas duras?

Empecé moviendo coca a los catorce años. Tengo veintiuno. Mi novio era un macizo, el dueño de esa cocina que te digo, y a veces, cuando le pedía dinero, si andaba corto me daba material para que yo lo vendiera y me ayudara.

Eres muy joven y empezaste muy chica, ¿cómo te has mantenido tanto tiempo en esto?

Yo digo que es pura suerte, la neta. Aunque la verdad es que sí estoy guapa y sé hablar y comportarme, y eso hace que no parezca que ando en el pedo. Y pues mi ex novio me acomodó bien.

¿Dónde está él ahora?

Lo agarraron, no te puedo decir de cuál cártel es, pero le tocaba cubrir toda la zona de Sinaloa, Sonora y las dos Bajas. Yo sigo trabajando para su familia.

Trabajar con los cárteles debe ser muy peligroso, ¿hasta qué niveles te mueves?

He andado con macizos, macizos. Pero sí es peligroso. Si haces una pendejada, aquí pagas con cabeza, cuellito. Nadie va a hacer nada por ti. A mí si me agarran, ¿qué?, salen otras como yo de todas partes. A mí me gusta lo que hago, la paso bien, conozco a mucha gente. Se gana un chingo de dinero y ganar es lo importante. Pero también es cansado, hay una paranoia, nunca sabes quién va a ser un hijo de puta que te ponga dedo. Lo más difícil es confiar en el cliente, saber a quién le puedes vender y tenerle confianza tú también como vendedor.

Este es un pedo de azar, no sabes con quién te enredas. A mí dos veces me han puesto dedo, pero las dos veces se han llevado a las personas que me querían chingar. Yo tenía un taxista que me movía, era mi gente, pues. En ese entonces andaba con otro macizo, y una de sus mujeres se puso celosa de cómo me atendía a mí, seguro le bajó la cuota de dinero y de aquellito, porque yo lo tenía bien surtido.

Y esa ruca le pagó mil dólares al taxista para agarrarme. El hijo de puta me dice: “Mira, güerita, te voy a dar chanza de que me digas cuánto tienes porque me acaban de pagar tanto por llevarte al aeropuerto a que te peguen tus madrazos”. No mames, ese era un viaje de ir y no volver. Yo le dije al cabrón que sí, que en mi casa tenía el doble de lo que le habían dado, como pude mandé un mensaje y cuando llegamos a la casa ya lo estaban esperando tres picapcitos. El taxista amaneció encobijado allá por La Salada.

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