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Cómo es ser periodista en la frontera, protegido día y noche por las armas

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Protegido. Elías Cabral, el corresponsal de Última Hora en Curuguaty, con el Policía que lo acompaña en todas sus coberturas y desplazamientos.
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Elías Cabral (ÚH) y Alberto Núñez (ABC) realizan sus coberturas en Canindeyú seguidos a sol y sombra por custodios armados. «No queremos que nos maten como a Pablo Medina», dicen.
Por Andrés Colmán Gutiérrez
CURUGUATY, CANINDEYÚ

El primero que desciende del móvil regional de los diarios Última Hora o ABC Color, en cualquier lugar de Curuguaty y otras regiones del Departamento de Canindeyú, no es un periodista, ni un fotógrafo, ni un camarógrafo, sino un agente táctico de la Policía Nacional, armado con un fusil automático de asalto o una potente escopeta calibre 12.
El oficial, vestido de civil, aunque con su placa de policía bien visible, realiza una rápida inspección ocular del terreno, cubriendo todos los posibles lugares de peligro, hasta cerciorarse de que no existe ninguna amenaza visible.
Entonces, con unos leves toques a la ventanilla cerrada del vehículo, imparte la señal y la puerta se abre, permitiendo que Elías Cabral, periodista y corresponsal del diario Última Hora en Curuguaty, o su colega Alberto Núñez, corresponsal del diario ABC Color, salgan del interior para cumplir su labor periodística.

SEGURIDAD. «Es incómodo tener que andar por todas partes con un custodio policial, tanto de día como de noche, pero después de lo que le pasó a nuestro querido amigo y colega Pablo Medina, es la única manera de que nos sintamos más seguros haciendo nuestro trabajo y que también nuestros familiares no estén tan preocupados», destaca Elías Cabral.
El corresponsal de ÚH, quien también se desempeña como reportero de Telefuturo y Radio Monumental, tiene asignado por el Ministerio del Interior a un suboficial mayor de la Policía Nacional, un hombre a quien ya conocía anteriormente y a quien le tiene mucha confianza. Es quien le acompaña la mayor parte del tiempo y vive pendiente de su seguridad.
«Yo fui amenazado de muerte por el ex diputado Julio Colmán, cuando publiqué algunas denuncias sobre supuestos fondos del Fonacide, pero también tengo advertencias de parte de gente metida en el narcotráfico y el tráfico de rollos de madera», explica Elías.
Luego del asesinato del entonces corresponsal de ABC en Curuguaty, Pablo Medina, junto con su asistente Antonia Almada, el pasado 16 de octubre de 2014, a manos de sicarios comandados presuntamente por el entonces intendente de Ypejhú, Vilmar Neneco Acosta, sus editores quisieron trasladar a Cabral a Asunción por seguridad, pero él prefirió seguir trabajando en su comunidad.
«Me fui unos días a Asunción, pero no tiene sentido que me quede allá, porque mi trabajo está aquí. Entonces acepté que me pongan un oficial de custodia. Es una lástima que tengamos que trabajar así en nuestro país, pero aquí seguimos en peligro. Hasta que no se derroque a la mafia, no podemos arriesgarnos», asegura.

SUCESOR. Alberto Núñez era corresponsal en Curuguaty de los diarios La Nación y Crónica cuando mataron a Pablo Medina. Semanas después, recibió la oferta laboral del diario ABC para ocupar el lugar del periodista asesinado.
«Es una tremenda responsabilidad y a la vez un gran honor ser el sucesor de Pablo. Él era verdaderamente un periodista investigador, tenía valiosas fuentes de información. Yo sé que no puedo llegar al nivel que él llegaba, pero voy a tratar de seguir informando en la misma línea de denuncia que él hacía», dice Alberto.
El periodista de ABC también tiene un oficial de policía que lo custodia en forma permanente, pero cuando deben desplazarse a algún sitio alejado de la frontera, piden un mayor refuerzo. Los dos corresponsales, aunque son de medios en competencia, tratan de trabajar siempre juntos, para poder protegerse más.
«Los narcotraficantes se mueven en grupos de varios hombres armados, un solo policía o dos no podrían protegernos en caso de un ataque. Por eso, en estos casos, cuando vamos a lugares peligrosos, como Ypejhú, Villa Ygatimí o Itanará, siempre nos acompaña una patrullera con varios policías armados», explica Alberto.
PELIGRO. Aunque hay una mayor presencia policial en toda la región fronteriza de Canindeyú, la situación no ha cambiado mucho desde la época en que el entonces intendente de Ypejhú, NenecoAcosta, dirigía una banda de sicarios y narcotraficantes, decidiendo impunemente quién debía vivir o debía morir.
«El peligro aquí sigue latente para todos, y en especial para nosotros los periodistas. Aunque Nenecocayó preso en Brasil y se está atacando mucho los cultivos de marihuana, la mafia sigue operando y hay políticos que siguen metidos en este negocio ilícito», dice Elías Cabral.
Ambos corresponsales lamentan que un laborioso hombre de prensa, que además era amigo íntimo de los dos, haya tenido que dar la vida para que las autoridades empiecen a preocuparse de lo que pasa en la región.
«Esto solo va a cambiar si hay verdadera voluntad del Gobierno en acabar con el narcotráfico. Mientras eso no suceda, aquí la vida no vale nada. Los mafiosos tienen sicarios y, si alguien les estorba, como les estorbaba Pablo Medina, simplemente acaban con tu vida. Para ellos no vale la dignidad de las personas, no vale la familia. Eso tiene que cambiar», dice Elías.
VIDEO ABAJO
Video y fotos: Ylda R. Miskinich.
Colaboración: Elías Cabral.

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